
Partimos con un día lluviosamente triste sobre una vía asfaltada en perfecto estado. Nuestra primera parada fue en Villa la Angostura, una localidad muy bella frente al lago Nahuel Huapi con casas de madera de estilo alpino que le conferían una atmósfera realmente especial.


La lluvia persistía lo que nos impidió recorrer su calles y a pesar de las malas condiciones, nos pareció un sitio realmente bello. Decidimos seguir por la ruta y a medida que avanzábamos, la lluvia iba disminuyendo. Y bueno, no todos los días pueden ser soleados.
Pocos kilómetros hacia el norte encontramos el Río Correntoso que es muy particular debido a que es el más corto y caudaloso de Argentina, debido a que nace en el Lago Correntoso y desemboca en el Nahuel Huapi.

Esa magia de los ríos con aguas tan bellas nos obligó a buscar el acceso al lago y al llegar, encontramos un camping abierto. Pensamos en la posibilidad de seguir o hacer la noche en este sitio. Estacionamos y bajamos a revisar las instalaciones y los precios. El sitio estaba completamente solo hasta que llegó al parecer, la encargada y nos informó que este sitio estaba cerrado por estar fuera de temporada. Seguro que en nuestros rostros se dibujó la expresión de la decepción a lo que Sofía nos preguntó que queríamos.

Le contamos acerca de nuestra aventura y ella muy dulce nos contestó que la tierra es de todos, según su visión como mapuche y que podíamos pasar la noche sin tener que pagar. Se alejó con una sonrisa y regresó para pedirnos ayuda. Se trataba de organizar los kayaks que estaban junto a la orilla a los que accedimos encantados. Luego nos enteramos que ella lo hacía sola ya que su marido tenía problemas para realizar esta tipo de trabajos.

Realmente pesaban y no nos explicamos cómo lo podría hacer ella sola. Una afortunada casualidad para ambos. Después de terminar la tarea, Sofía nos hizo un obsequio precioso: compartió su tiempo, que es el mejor regalo que podemos dar o recibir. Conversamos poco más de una hora en la que nos llevó a pasear por la historia del pueblo mapuche, sus creencias, su orgullo por esa raza, nos recitó una poesía en Mapudungún y al final nos solicitó que escribiéramos un mensaje en un libro de viajeros que habían pasado por este sitio, cosa que hicimos encantados.

Aprovechando que lluvia terminó, fuimos a recorrer la ribera del lago hasta llegar a la desembocadura de este corto río. El paisaje es precioso, tranquilo e inspirador. Además, los colores del otoño le conferían un toque especial. Que maravilla tener el tiempo para invertirlo caminando lento por sitios tan especiales, enriquecidos con historias de un pueblo al que poco o nada conocíamos. Toda una suerte.

Recorrimos toda la ribera del lago, un bosquecito de arrayanes a orillas del río que a pesar de su corto recorrido tiene una gran belleza. Regresamos y justo en frente de la casa de Sofía había un hito histórico que explicaba que desde esta playa, don Ignacio Antriao (abuelo de Sofía) colaboró con el perito Moreno y la comisión de límites en el año de 1.896 desempeñándose como botero (encargado de manejar el bote o lancha).

A la mañana siguiente nos despedimos de nuestra amable anfitriona y comenzamos el recorrido por la ruta de los siete lagos. El mapa que viene a continuación ilustra el recorrido hasta San Martín de los Andes.

Esta ruta es increíblemente escénica. Atravesamos frondosos bosques, algunos adornados con casitas de madera, y los lagos que poco a poco empezaban a aparecer. El primero fue el lago Espejo que como su nombre lo indica que el paisaje se ve reflejado en sus aguas calmadas. Es de un color verde esmeralda muy lindo y los alerces se proyectan dando una linda postal.


Son rutas para recorrer sin ninguna prisa. Agradeciendo esta oportunidad, celebrando la vida. Al revisar las fotografías nos encontramos que nuestras caras lo dicen todo. No hay mejor explicación que las sonrisas que afloran en nosotros y también de los viajeros que vienen haciendo este recorrido.

Seguimos la ruta hasta que encontramos un desvío hacia Villa Traful. Lo pensamos un poco y decidimos desviarnos esos 25 kilómetros sobre una carretera de ripio. Los paisajes son realmente bellos. Paramos en Puerto Arrayán desde donde vimos por primera vez el Lago para seguir bordeando el lago hasta llegar al centro urbano.

Villa Traful es tal vez uno de los mejores sitios que hemos conocido en tantos kilómetros de recorrido. El amor a primera vista existe. Nos enamoramos tan pronto como llegamos.

La calma era absoluta. Habían algunos niños jugando en medio de viento helado con un marco natural espléndido. Estacionamos frente a un moderno edificio donde funciona el punto de información turística, que ofrece una vista muy agradable del lago, además de un auditorio perfectamente equipado, salón para recepciones y una sala de reuniones con vista al lago.

Nos explicaron los puntos de interés que incluyen unas buenas caminatas pero el tiempo nos acosaba, así que decidimos ir en primer lugar al mirador del viento, desde donde se tiene una vista panorámica del lago.



La sensación de los colores, los nevados, los colores del agua y el conjunto en general nos encantó. No recuerdo cúanto tiempo estuvimos allí pero seguro que fue mas de una hora, hasta que el frío nos sacó. Teníamos la ventaja de los días largos de este verano para buscar algún sitio para pasar la noche.

Antes de esta aventura, tener el hotel contratado para la noche era un imperativo mayor y ahora la única preocupación es tener luz del sol para buscar el sitio. Y esta es una de las mejores diferencias que nos comunican una libertad sensacional. Y por libertad no queremos decir hacer lo que nos venga en gana, que sí es una parte de ella. Nos referimos especialmente a vivir sin necesidades aprendidas porque todo lo que necesitábamos está en 3 metros cuadrados a bordo de la negrita. Todo esa innecesaria carga se ha ido lentamente con los kilómetros recorridos. Cada vez necesitamos menos cosas y valoramos cada minuto que podemos vivir en contacto con lo que nos rodea. Derribar los temores para acercarnos a personas completamente desconocidas que se vuelven parte de nuestra historia, permitir que los paisajes nos aceleren el pulso, lleguen a conmover nuestros sentidos y mantengan vivos la capacidad de asombro y entusiasmo. La única razón por la que esta ecuación no es perfecta, es la ausencia de nuestros seres queridos.
Este paraíso invitaba a realizar una parada larga, pero los costos son elevados así que decidimos recorrerlo iniciando por su iglesia, localizada en un pequeño cerro. La pequeña Nuestra Señora de Traful, construida completamente en madera está llena de detalles y muy bien mantenida.


Realmente un paraíso. Recomendamos muy especialmente este sitio para los que hacen una ruta similar. De regreso paramos en algunos de los miradores tratando de no perder detalle, de aprovechar cada segundo.

En uno de los miradores paramos para almorzar y brindar por este día que de a poco iba llegando a su fin.

Retomamos la ruta de los lagos y encontramos la cascada Ñivinco donde se realizan caminatas e intentamos, pero el río había subido de nivel por lo que era obligatorio mojarnos para seguir el camino, así que con pesar nos regresamos a la ruta, porque esto de mojarse con el frío no nos parecía una buena idea. Continuamos y nos encontramos con lago Escondido que está en medio de un espeso bosque donde habita el Pudú, el ciervo nativo de la Patagonia más pequeño del mundo que solo vimos en fotos.

Mas adelante el Lago Villarino nos obligó a hacer una nueva parada. En iOverlander encontramos un camping libre, con un espacio muy generoso, aunque decidimos recorrer pocos kilómetros mas hasta llegar al Lago Falkner bautizado así en honor a Tomás Falkner, un valiente misionero jesuita. Desde allí pudimos tener una inigualable vista del cerro Buque y el Cerro Falkner.

Con la suerte de nuestro lado, encontramos un camping que estaban cerrando porque la temporada se había terminado para ellos y nos informaron que podíamos pasar la noche allí gratis. Estacionamos la negrita y empezamos a caminar sobre las orilla del lago hasta el atardecer. Sin palabras. La foto lo dice todo.

El frío intenso nos obligó a refugiarnos, después de tomar muchas fotografías de este lugar privilegiado.

Convivir en medio de la naturaleza fue (y sigue siendo) una de las mejores partes de esta aventura. No es solamente el ahorro. Es la experiencia de compenetrarse con nuestro entorno disfrutando los paisajes, de la naturaleza, de la tranquilidad. Eso sí, tomando las precauciones suficientes para estar seguros. Al día siguiente el lago estaba cubierto por una densa niebla adornada por el color, los sonidos y una leve capa de hielo.

La negrita amaneció congelada literalmente.


El frío en la noche ha debido ser fuerte porque una capa de hielo cubría los vidrios y la parte exterior del carro. Tuvimos que insistir varias veces con el arranque debido a que la batería con el frío al parecer se estaba descargando.


Adelante encontramos la cascada Viliñanco que significa loma de aguilucho en lenguaje mapuche. Un cartel nos anunció que estábamos ingresando al Parque Nacional Lanín donde observamos el Lago Machónico. Tomamos la ruta 63 para observar el Lago Meliquina por una ruta en regulares condiciones. Nos llamó la atención el nombre de su pequeña iglesia, Santa Alicia.


Volvimos a tomar la RN 40 hasta una nueva parada: mirador arroyo partido. Allí hay una singularidad notable: a pocos metros de este puente, sus aguas chocan contra una cuña formada por piedras de diferentes tamaños y se divide en dos brazos claramente identificados. El derecho va hacia el lago Lácar y de allí fluye al océano pacifico mientras el brazo izquierdo va al lago Meliquina y de allí al océano atlántico

Los paisajes son muy coloridos y bellos. Nos encantó esta ruta que conducía el valle del arroyo Pilpil.


Esta parte del mundo tiene un arsenal de bellezas naturales que hacen que sea encantador recorrerla.

Después de este último tramo llegamos a San Martin de los Andes. Esta ciudad está emplazada en el margen oriental del lago Lacar y es quizás, el mayor centro turístico de la provincia de Neuquén. Es pintoresco, de estilo alpino, en donde abunda la madera y las calles amplias y son la puerta de entrada al parque nacional Lanín.

Estacionamos en el parque principal donde justamente había un quilombo (huelga, protesta). La oficina de información está en la esquina y nos dieron información precisa de este sitio. Ya nos hacía falta las comodidades de un camping para tomar una buena ducha y relajarnos un poco. El camping ACA resultó excelente por lo que nos instalamos dos días.

Caminamos por la calle San Martín que es la arteria principal, donde se ubican locales de comercio y servicios. En el parque hay una torre muy particular que nos hizo pensar que era la iglesia pero se trataba de la municipalidad. Muy cerca está la iglesia parroquial de San José.


Visitamos la costanera sobre el lago Lácar y llegamos hasta la playa Catritre habilitada para deportes náuticos.

El mirador Arrayanes fue una de las recomendaciones que recibimos, así que subimos al cerro y apreciamos este lindo y tranquilo pueblo.


Hay otro mirador al que llegamos caminando. El mirador Bandurrias ofrecía otra perspectiva de la ciudad. Al llegar a la cima, pagamos la entrada de ARS 15 p.p. por ser territorio mapuche. La vista es inolvidable y vale mucho la pena esta visita.




Aprovechamos para realizar una lavada completa a la negrita. Los encargados del lavadero fueron muy amables y no paramos de conversar mientras hacían su trabajo. Viajar es el sueño de todos y les encanta preguntar por nuestra aventura.

También realizamos una visita a un consultorio odontológico para revisar una molestia que tenía Martha. El doctor la atendió muy bien. Después de las radiografías hizo sus recomendaciones que por fortuna indicaban que no era de cuidado la molestia. No quiso cobrar nada por ser colega de Martha y salimos muy agradecidos por su amabilidad.
San Martín es de esas ciudades pequeñas y lindas de la RN 40. Nos encantó la arquitectura, la limpieza de sus calles, el colorido de sus paisajes y su gente.

Que sigan los kilómetros de aventura y seguimos celebrando la vida. Hasta la próxima.
4 Comments On 89. La ruta de los siete lagos (ARG).
Que belleza de paisajes, que maravilla de paseo como los envidio, un abrazo grande.
Paisajes que no olvidaremos. Gracias por el comentario. Un abrazo 🙂
Martha De
Preciosas fotos y sus comentarios muy dicientes.
Sigan disfrutando, sigan viviendo‼️
Gracias Martha. Nos encanta la fotografía y apreciamos mucho tu comentario 🙂