87. Desde Puerto Madryn hasta Bariloche, por la bella y escénica Ruta 25.
Partimos hacia Rawson, capital de la provincia de Chubut, tomando la ruta 1 desde Puerto Madryn. Corre paralela al océano y estaba en pésimo estado. Cuando llegamos, nos impactó que siendo capital estaba poco poblada. Está ubicada en la desembocadura del Río Chubut.
Dimos un corto paseo por la costanera que tiene una gran muralla en concreto en la que al final, apreciamos las toninas jugueteando en el canal de acceso. Nos alojamos en el camping de Playa Unión que resultó muy completo y agradable.
Asistimos a la misa en una pequeña capilla donde nos acogieron de una manera muy especial, nos permitieron presentar las ofrendas y nos encomendaron en la eucaristía.
Seguimos la ruta señalada en el mapa e hicimos nuestra primera parada en Gaiman, una conocida colonia galesa del valle del Chubut. Sin embargo tiene nombre tehuelche, vocablo que significa piedra de afilar. Nos acercamos al punto de información y nos atendieron de la mejor forma: con abundante información. Un joven de ascendencia galesa, nos relató durante más de una hora el Gaiman urbano y rural, la historia de los pioneros quienes transformaron la aridez en un valle muy verde.
Y lo que teníamos planeado como una corta parada, se nos volvió un día completo. Recorrimos las calles bien arboladas, con canales de riego, antiguos edificios llenos de historia. La comunidad está compuesta por nativos, galeses, italianos, españoles, portugueses, árabes, bolivianos y conforman una comunidad activa y hospitalaria.
Caminamos y mucho, a pesar de ser un pueblo realmente pequeño. Visitamos el túnel por el que pasaba el ferrocarril a Dovalon, que hoy es una galería audiovisual que cuenta en forma cronológica el inicio, desarrollo y clausura del ferrocarril central del Chubut. El colegio camwil, la primera casa de Gaiman, la capilla vieja y la capilla Bethel. Además el paseo lo complementamos probando las famosas tortas galesas, muy apreciadas en la zona. Al final, subimos al cerro desde donde se divisa la población.
Al salir del camping de los bomberos, hablamos con la encargada de la entrada y nos explicó que la encargada no estaba disponible, así que no había que pagar. Por la ruta apreciamos las chacras de agro turismo y las iglesias galesas del valle. Hicimos una corta parada en Dovalon donde visitamos su iglesia. Tomamos un desvío atravesando el valle del río Colorado y el dique Ameghino sobre el río Chubut.
La vegetación que se acomoda sobre el valle contrasta con las montañas rocosas. Allí había una calma que invitaba a tomar un descanso o a quedarnos un par de días, aunque al final decidimos continuar nuestro rumbo. Pasamos por las Plumas, los Altares, paso del Indio, por carreteras muy escénicas y pintorescas. Vale la pena recorrer estos kilómetros, son bastante agradables.
Todo es naturaleza. Desde el mar a la cordillera vimos paisajes que iban cambiando según avanzábamos. Montañas y formaciones rocosas creadas naturalmente por acción y efecto de los vientos predominantes y de las lluvias, estas formaciones asemejan a verdaderos altares y dan origen al nombre de la localidad, también se pueden apreciar profundos cañadones y acantilados que gracias a las erosiones naturales han tomado formas muy particulares y llamativas y además dependiendo de la intensidad y orientación del sol, se aprecian una cantidad de colores de distintas tonalidades es una belleza singular y atrayente.
No nos gusta recorrer muchos kilómetros en un día, sin embargo, en esta ocasión hicimos poco mas de 500 kilómetros hasta llegar a Esquel, donde acudimos a la oficina de información turística para revisar nuestros planes.
Esquel es es un centro de servicios grandes y es el punto de partida para muchas actividades y atracciones. La plaza principal alberga el museo histórico municipal, pequeño y muy bien conservado donde se muestra la historia de la comunidad.
El tren de la trochita, una atracción turística relevante, estaba cerrado en el momento de nuestra visita. Visitamos la laguna Zeta enmarcada por enormes pinares donde aprovechamos para realizar nuestro almuerzo pero el frio nos corrió. Dimos una vuelta por la montaña de la Hoya, un centro de esquí famoso. Por la ruta hay una fuente de agua pura, agua de manantial que es visitada por locales y turistas para tomar sus aguas.
Así que aprovechamos para llenar nuestros bidones de agua y continuar hacia Trevelin, una preciosa villa en medio de lagos, valles y montañas, muy cerca del Parque Nacional los Alerces, que fue el punto de destino de este día. El parque estaba fuera de temporada por lo que no nos cobraron la entrada. Este parque está catalogado como uno de los parques más bonitos de Argentina y la verdad que así es.
Es un sitio que tiene una belleza muy singular, una calma especial. Además estábamos prácticamente solos para disfrutar la magia y la tranquilidad. El Parque Nacional Los Alerces es Patrimonio Mundial Natural, entendiendo que resulta necesario conservarlos y que conforman un ejemplo singular de procesos ecológicos de evolución en una comunidad de plantas milenarias. Nos instalamos junto a la ribera del lago, pasamos una noche muy tranquila con el abrigo que nos brinda la negrita y el equipo de viaje. Hay muchas actividades por senderos, aunque estando fuera de temporada, se encontraban cerradas. Sin duda alguna, este es un sitio que merece una visita larga y no de una noche como en nuestro caso. Pero está claro que todo no se puede hacer, así sea una aventura sin tiempo de regreso. Ojalá tengamos la oportunidad de volver por estos parajes en la temporada adecuada. Dejamos la página web del parque para mayor información: https://www.parquesnacionales.gob.ar/areas-protegidas/region-patagonia/pn-los-alerces/
Nos seducen estos paisajes en los que todo parece estar en paz, en equilibrio. Tan desconectados de la cotidianidad, de las noticias, de los problemas. Una experiencia de libertad donde amamos la vida. Aquellos quienes nos escriben con preguntas o consejos, les repetimos (para todos): si tienes el sueño de viajar, no lo dudes. ¡Hazlo! Y hazlo ahora 🙂
Hacia la parte sur del PN está el complejo hidroeléctrico Futaleufú, alimentado por el río del mismo nombre que no pudimos conocer por la carretera austral debido a derrumbes. Son los colores de estos ríos los que nos motivan, nos enamoran. Parecen sacados de cuentos de hadas.
Subimos hasta la presa y el embalse Amutiui Quimel que genera energía para Argentina con este río que kilómetros abajo, da una curva y se interna en territorio chileno. Vimos la chimenea de equilibrio, una estructura que hace parte del sistema de aducción y tiene por función compensar las variaciones de presión del agua antes de su acceso a la casa de máquinas.
Por la ruta 71 parcialmente pavimentada, llegamos a Villa Fotalaufquen y tomamos por la margen izquierda del lago, adornada por lindas cabañas, hoteles y campings tanto libres como de pago. Por supuesto, escogimos uno libre donde pasamos la noche, que por demás estaba helada en esta época (abril) donde el frío anuncia la llegada del invierno, que era uno de los motivos de avanzar hacia el norte en busca de mejores climas.
Continuamos la travesía por el parque admirando sus bosques vírgenes con lagos, cascadas, montañas y nevados, hasta llegar a la pasarela los arrayanes. Atravesamos el puente sobre el río Arrayanes que forma el Lago Verde hasta llegar a un aviso que odiosamente explicaba que los senderos estaban cerrados. El clima frío (muy frío) nos acompañó durante algunos días, pero eso no le quitaba el encanto a esta parte de la ruta que nos resultó de lo mejor.
Continuamos por la ruta 71, encontramos Villa Lago Rivadavia. Son pequeñas aldeas muy pintorescas. Pasamos por Cholila nombre que en lengua mapuche significa valle hermoso y justo está situada en un lindo valle y es la puerta de entrada norte al parque nacional los alerces. Desde este punto retomamos la RN 40 hacia el norte, que será nuestra siguiente historia.
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