53. La provinicia de los Yungas: Coroico y la carretera de la muerte.
Iniciamos hoy con una reflexión viajera: viajar es otra forma de vivir y llenar de color nuestros días. Y claro que hay muchas más, como nos cuestiona Clara desde Caracas, cuando nos escribe que no cambia la comodidad de su casa por tantos días de viaje. Pensamos que este estilo de vida no aplica para todas las personas por miles de razones que no viene al caso detallar. Para nosotros es una afortunada coincidencia que como pareja compartamos la afición de despertarnos en lugares diferentes, llenos de energía que animan nuestra imaginación, despiertan nuestra curiosidad y alientan nuestro espíritu. Vivimos a plenitud nuestra vida laboral y ahora, nos dejamos llevar por esta oportunidad que nos otorga la vida y la sabiduría en nuestras desiciones. 🙂

¡Ama la vida y llénala de colores!
Y ahora vamos en la ruta hacia la tranquila población de Coroico en el territorio de los yungas y que pertenece al departamento de La Paz. Pasamos por la laguna Incachaca, y llegamos hasta la cumbre donde está la Laguna Estrellani y desde donde parten las excursiones en bicicleta hacia la carretera de la muerte.
Desde allí todo es en bajada hasta encontrar la entrada a la famosa carretera de la muerte, por la que transitaremos en los próximos días. Es increíble la gran cantidad de aficionados que se animan a bajar por la ruta en su aventura.
Recorrimos de La Paz a Coroico 115 kilómetros y pagamos un solo paraje de BOL 7,50. Coroico es una pequeña y tranquila población a 1500 metros con un clima cálido delicioso, que es justamente lo que estamos añorando desde hace algún tiempo. Sus callecitas estrechas hacen dificultoso el manejo y a eso hay que sumarle que los pocos espacios disponibles para parquear, son obstruidos por los comerciantes en su comprensible afán por lograr visibilidad. Al fin y luego de algún tiempo logramos dejar la negrita en alguna callecita y comenzamos a caminar en búsqueda de alojamiento.
El que nos gustó, el hostal Sol y luna está enclavado en el cerro Uchumachi, la cima de una montaña que ofrece una vista espléndida de las montañas y nos acomodamos en nuestra carpa grande. Es la selva en la montaña 🙂
En realidad es enorme para los dos pero junto con todo el equipo de acampada nos otorga una gran comodidad. Así que a disfrutar del delicioso clima y las insuperables vistas del sitio.
Los Yungas de Corioco son valles tropicales y húmedos, con montes elevados cubiertos por una tupida vegetación y ríos caudalosos que ofrecen la posibilidad de disfrutar de un ambiente natural, único y acogedor en medio de la vegetación. Nuestro hostal tiene dos piscinas que ofrecen el descanso y la tranquilidad de un sitio en medio de la vegetación y abundante fauna. Hay muchas aves en los árboles de este sitio que mas parece una reserva forestal y está muy bien cuidado.
Es una gran extensión de tierra de propiedad de una alemana que vino siendo muy joven y se enamoró de la zona. Recién ha publicado un libro con su historia.
Esta zona congrega a grupos sociales de diferentes orígenes como Aymaras, Afro Bolivianos que es la mezcla del entre el pueblo amerindio y los esclavos africanos y Mestizos los cuales han generado desarrollo y progreso de esta región y en el 2014 Coroico ha sido declarado como primer municipio turístico de Bolivia.
A pesar de ser muy pequeño encontramos restaurantes con una deliciosa oferta gastronómica, como el cerdo al turril (cilindro, tanque), un lomo a la pimienta que nos sorprendió por su excelente calidad. Aunque también nos deleitamos con la deliciosa comida casera.
El buen descanso en este sitio se confabuló con un pésimo internet que la verdad, no hizo mucha falta. Escribimos nuestras crónicas, caminamos dentro de la propiedad, admiramos el paisaje, disfrutamos del sonido de las aves y del silencio, y otras cosas mas mundanas. Como jugar cartas, por ejemplo 🙂
Con tan buen descanso cuesta salir, aunque estando junto a una de las rutas más famosas del planeta, nos animamos a realizar un recorrido de 91 kilómetros por el que hay que pagar un peaje de BOL 5 y una contribución de BOL 25 p.p. para las comunidades que están en las márgenes de esta carretera. Iniciamos por la parte alta atendiendo las observaciones que nos dieron en el hostal: siempre manejar por la izquierda (junto al precipicio) y tener cuidado con las bicicletas que bajan a toda velocidad.
La vieja ruta que unía La Paz con Coroico es considerada la “ruta de la muerte”. Este camino es estrecho y en partes está bordeada por profundos precipicios. Durante muchos años era el único camino de entrada y salida a la Amazonía y la ruta era muy transitada por buses y camiones. Los accidentes eran muy comunes y son cientos de personas las que murieron realizando este trayecto.
Hoy día la carretera tiene paisajes muy agradables, cascadas que bañan tu carro, precipicios profundos, aunque al no existir circulación masiva, se pierde la sensación de peligro que antiguamente debía ser muy alta. No nos imaginamos dos buses tratando de pasar por esta estrecha vía. Eran unos conductores muy avezados y temerarios. Al final del tramo llegamos a Yolosa y seguimos disfrutando del descanso en el pequeño paraíso en el que estamos viviendo estos días.
En estos días lentos, descansados, tenemos la bonita oportunidad de profundizar en la realidad que envuelve esta magia que produce el movimiento, los paisajes, una mirada, el amor y entendemos lo afortunados que seguimos siendo al tener la posibilidad de vivir la aventura de nuestras vidas.
Hasta la próxima.
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