94. El Nor Oeste Argentino( NOA). Desde Londres hasta Salta.
Empezaremos por explicar que es el NOA. El Noroeste argentino, está conformado por las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero, que está contenido en el siguiente mapa.

Iniciamos nuestro recorrido por la provincia de Catamarca en el pequeño pueblo Londres de tan solo 2.500 habitantes y es la segunda cuidad fundada por los españoles en Argentina, después de Santiago del Estero.
Los aquí nacidos, se denominan Londrinos y no Londinenses porque en lugar de niebla, por aquí abunda la aridez, lindas callecitas coloniales, tranquilidad y mucha belleza. Tiene la particular historia que fue fundada cinco veces 🙂

La huella de los Incas es un atractivo imperdible y visitar Shinkal de Quimivil fue adentrarse en la historia de una ciudadela que fue habitada entre 1.470 y 1.536 siendo importante por su ubicación como tincuy (intersección) hacia otros caminos del imperio y estaba categorizado como Wamani, que quiere decir, cabecera del provincia del Tawantinsuyo.

La entrada cuesta ARS 120 para extranjeros p.p. pero nos la facilitaron la entrada como argentinos, pagando ARS 100. El museo de sitio es muy interesante. Después hicimos el recorrido guiado por la Cancha, las escaleras del cielo ( pirámide del sol), el Ushnu (símbolo de poder Incaico) y otros. Al salir, sabíamos que fue el centro más importante del Tawantinsuyo al sur.

Nos instalamos en el camping municipal El Molino, gratis por esta época del año. Tan solo a 15 kilómetros hacia el norte, llegamos a Belén a orillas del rió del mismo nombre. Rodeada de valles fértiles donde abundan las nueces y los viñedos, se considera el portal del valle de los calchaquíes.

Recorrimos la RN 40 tanto como podíamos porque en ocasiones, hay sitios que obligan a desviarse. En estas rutas tan bellas y tranquilas del NOA seguimos aprendiendo que las habilidosas manos de las tejedoras de Belen le han conferido el título de capital nacional del poncho. Para los días de nuestra visita era fiesta patria (25 de Mayo) y estaba todo cerrado, de manera que continuamos por la ruta hasta llegar a Hualfin.

Es un pueblo rodeado de viñedos que parece detenido en el tiempo. Tiene una agradable atracción que es la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, construida en 1.770 considerada monumento histórico.


Se trata de una bella capilla colonial, con una altar y falso frontis con pinturas de vivos colores, así como los vestidos para la virgen, que tienen mas de 300 años. Allí casualmente nos encontramos con los Chetoba, viajeros que conocíamos virtualmente en la preparación de nuestro viaje. Como siempre es una alegría conocer a estos personajes que han servido con sus datos y página web. Conversamos, nos presentamos y aprovechamos para tomarnos algunas fotos e intercambiar datos.

Después de este intercambio de datos continuamos nuestra ruta. La largas y áridas rectas son el común denominador, aunque no por ello menos entretenidas. El color del cielo es algo memorable que se enmarca dentro de la soledad y el silencio que encontramos durante nuestro trayecto.

Atravesamos varias poblaciones muy pequeñas que lucían como fantasmas debido tal vez a las festividades. En Santa María hicimos una parada para comprar algo de comer y nos encontramos con unas empanadas en un local pequeño. Compramos media docena para probar. Eran tan deliciosas que regresamos y compramos otra media docena.

El delicioso sabor de aquellas empanadas fue apenas el abrebocas de lo que vendría. Estábamos en los valles calchaquíes y nos desviamos apenas 5 kilómetros para visitar el museo de sitio de Quilmes. Una parada obligatoria e imperdible en esta RN 40.

Fue una suerte poder visitar el recientemente inaugurado (febrero de 2018) CIQ: el centro de interpretación en la Ciudad Sagrada de Quilmes. Se encuentra junto a las ruinas en excelente estado de conservación. La recomendamos ampliamente.
Se trata de la ciudad sagrada de Quilmes, sitio cargado de historia de esas que conmueven por su contenido, pero se agranda por la forma en que es narrada y divulgada en el museo de sitio. Las modernas instalaciones y los atractivos recursos tecnológicos que allí encontramos, hicieron de este museo uno de los que mas nos ha gustado en nuestras rutas de nuestra bella América del Sur y que conste que no hemos visitado pocos.

Es un museo interactivo con cuatro salas que tratan diferentes temáticas de la vida de los Quilmes, contadas de la mejor forma y en especial, una película en la que sufrimos con la forma en que fueron llevados a la fuerza a la provincia de Buenos Aires, maltratados y en malas condiciones. Nos dio rabia y nos conmovió profundamente el final de la historia de este pueblo valeroso.

Salimos hacia la ciudadela que data del siglo IX en la que llegaron a vivir cerca de 7.000 personas. Las ruinas están en muy estado de conservación y complementan la historia que recién recibimos. La administración del lugar está a cargo de las personas del lugar.




En la ruta pasamos por Colalao del Valle, el último eslabón tucumano en esta zona, para avanzar hacia Cafayate.

Pudimos apreciar la gran cantidad de viñedos que allí prosperan a ambos lados del camino, una ves se cruza el arrollo Tolombón. Esta es una ruta de vino. Hay una buena cantidad de bodegas que ofrecen visitas, como la de Etchart, una linda casona con historia salteña, con construcciones coloniales que valen la pena visitar. Y pasando estos viñedos, llegamos a Cafayate, epicentro ineludible de los valles calchaquíes.


Recibimos en el centro de información las recomendaciones para las visitas y decidimos quedarnos un par de días. La población nos comunicaba tranquilidad, una paz adornada con sonrisas pero sobre todo, una energía muy especial. Hay lugares que nos acogen de una forma tan especial, que no resulta fácil describir. Cafayate fue uno de esos que llevaremos marcados con una gran estrella. Buena parte de ello se debe sin duda alguna, a las sonrisas y cordialidad de la gente sencilla que denota una absoluta carencia de prisa. Aquí el tiempo transcurre lentamente.

En la plaza principal que es grande y agradable, tenía una excelente oferta gastronómica, bares y servicios. Allí pudimos ver la gran cantidad de viajeros que desde todo el mundo hacían su parada en este sitio. Aprovechamos el final de la tarde para disfrutar de la magia de Cafayate, tomamos unas cervezas y comimos unos de los mejores bife de chorizo que recordemos y un locro estupendo.



Al terminar, caminamos por el comercio de la zona y compramos vino para brindar al final de la noche por esta maravillosa oportunidad de vivir de viaje.
Hay varias visitas que son agradables de realizar y en especial, cercanas. La Catedral de Nuestra Señora del Rosario, el museo de tapices son algunas. Hay varias bodegas para visitar, como la Domingo Hermanos y Etchart.


Hay que darse una vuelta y vivir la esencia de estos valles que producen uno de los mejores vinos de altura en el mundo. Eso si, ni se te ocurra perderte el fantástico museo de la Vid y el Vino.

Por fuera no resulta tan llamativo, pero al entrar, nos capturó la forma de como el vino cuenta su historia. ¡Nos encantó!

Este museo tiene dos salas que dialogan entre sí a través de un patio que rinde homenaje al sol y al agua de Cafayate. Las dos salas: memoria de la vid, alude a la idea que el fruto conserva en su memoria el registro de la tierra, el agua y el sol. Estos elementos que fecundaron, alimentaron y maduraron los frutos, producirán junto al trabajo y la sabiduría de los hombre, el milagro del vino. La segunda sala: memoria del vino. Narra el pasado, el presente y el futuro de los valles calchaquíes. Cafayate, cajón de agua y tierra de vino. El recorrido termina con un video, donde el vino cuenta su historia (en primera persona) sobre la tierra, destacando como punto importante, la consagración del pan y el vino durante la última cena. Terminamos fascinados con esta visita que duró unas dos horas para llegar al patio a probar el vino mas famoso de estas tierras: el Torrentés.

Tuvimos la suerte que al llegar a la salida, visitamos la tienda de vinos solicitando a la encargada, nos recomendara el Torrentés mas adecuado para cerrar nuestra visita. Así lo hizo.


Las historias que nos contó y con la devoción con que describió la magia de la tierra, el agua y el Torrentés, además de la dedicación de la gente que trabaja con los vinos, nos enriqueció. Y es que un viaje termina siendo esto: ver el mundo a través de la sonrisa de una persona extraña que se termina convirtiendo en parte de una historia que no se olvidará.

Así que ¡Salud! por Cafayate y su gente. Al salir nos sentamos en una banquita del parque 20 de Febrero a ver la gente pasar y disfrutar de una soleada tarde. Días lindos en una linda tierra. Declaramos nuestro amor por este terruño maravilloso al que ojalá, algún día, podamos volver.

De nuevo “abandonamos” la RN 40 para recorrer una ruta escénica: la RN 68 por donde corre la quebrada El Cafayate o Las Conchas, de extraordinaria belleza natural, que en sus primeros 45 kilómetros muestra diferentes formaciones rocosas labradas por las lluvias y los vientos. La diversidad de sus suelos y el colorido de sus tierras obligan a constantes paradas para admirar estos espectáculos naturales.



Nos son pocas. Entre las más destacadas están: los castillos, las ventanas, el obelisco, el sapo, el anfiteatro, la garganta del diablo.



Tenemos más fotos aquí. No te las pierdas.
En esta ruta invertimos el día completo, debido a que esta belleza natural nos detenía a cada tanto para tomar fotografías y disfrutar de su belleza. Llegamos a las abritas, donde paramos a almorzar. Muy bien atendidos donde conocimos a Elizabeth y Fred, una pareja de neozelandeses que le están dando la vuelta al mundo en un mercedes modelo 1957.

Resultó una ruta muy agradable y que recomendamos no perdérsela. Desde aquí iniciamos el tránsito hacia Salta. Salta la linda.
Esa será nuestra próxima historia 🙂
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