44. Machu Picchu, una mágica experiencia.
El tiempo ha pasado tan rápido que apenas alcanzamos a recordar las ilusiones en aquellas horas de preparación y lecturas, hace poco más de un año. Nada parecido a esta sensación de libertad en nuestras vidas, en la que seguimos sueltos caminando por nuestra bella América del Sur. Cada día llega pintado de colores con una energía que apenas empezamos a comprender y en especial a dejar que fluya y embargue los paradigmas de nuestra antigua y cómoda vida citadina.
Así que iniciamos el recorrido desde Urubamba hacia uno de los destinos aventureros imperdibles en ésta aventura sin comprender del todo, el recorrido que haríamos para llegar y eso es parte de la aventura. Eso de tener planeado milimétricamente cada paso es una costumbre que hemos ido perdiendo con el paso de los kilómetros porque hemos aprendido a confiar en las personas, a comprender que la vida hay que vivirla día por día y a querer ser parte de ella.
Nuestra ruta está trazada para viajar a la vecina población de Santa Teresa a 152 kilómetros, por una vía asfaltada hasta Santa María, para luego tomar un estrecho camino polvoriento hasta nuestro destino final, la hidroeléctrica. Un bonito camino por el que atravesamos Abra Málaga a una altura de 4400 metros que ofrece un paisaje de lo mejor, en el que podrás apreciar el nevado La Verónica. Según nuestras lecturas, la negrita se podía dejar en una cochera en Santa Teresa, pero por esas curiosidades del viaje, en Santa María un amable señor Harrys a quien le llamó la atención la negrita, se acercó y conversamos. En la charla, nos dio las indicaciones exactas para parquear en la hidroeléctrica, en un buen sitio vigilado. ¿Casualidad?
Llegamos al parqueadero donde el dueño, un señor muy amable nos dio las indicaciones correspondientes y pagamos PEN 15 por día, alistamos nuestras mochilas y partimos en nuestra caminata programada para 2 horas hasta el pueblo de Aguas Calientes. Hicimos la revisión de lo que no podíamos olvidar como los pasaportes, las entradas, morral de hidratación, equipaje (un morral pequeño para 2 días), gafas de sol y listo. Lograríamos un ahorro de alrededor de U$110 p.p. en la ruta desde Ollanta y que francamente es costoso por un recorrido tan corto. Así que optamos por usar nuestros pies y a disfrutar la caminata.
Al inicio hay que registrarse en una caseta, donde se anotan los nombres y nacionalidades de los caminantes que llegan por montones en taxis desde Santa Teresa.
Iniciamos nuestro recorrido siempre junto a la carrilera del tren y bordeando la ribera del río Vilcanota. El día soleado, los sonidos de los pájaros junto con el agua del río y las montañas que nos rodeaban, perfumaban ese encantador aroma de libertad que nos acompaña.
Es una caminata realmente sencilla, sin valles ni cimas sobre un sendero pedregoso lleno de alegres caminantes que por la cantidad, parecíamos más que los pasajeros que llevaba el tren.
A mitad de camino divisamos algunas construcciones de la ciudadela que aunque pocas, nos alentaba en nuestra ruta que resulta tan agradable que te contamos que hace parte de esta aventura. Los constantes saludos con gente desconocida con caras alegres que van y vienen. Una pareja nos llamó la atención, pues terminaron su recorrido e inmediatamente bajaron a pie desde la ciudadela, para reducir su presupuesto. Se les veía cansados aunque felices y esa era su aventura.
Al pueblo llegamos hacia las 2:30 pm y resumimos nuestra experiencia: si amas los trenes, toma Perú Rail. Si amas la aventura: no te pierdas el trekking hacia Aguas calientes. Si tienes mejor presupuesto, realiza el camino Inca.
En este permanente cambio que significan los viajes, hemos aprendido a viajar mas libres, con menos cosas y sin reservas de hotel. Bueno, ya hemos comprobado que si estamos entre semana y hay poca gente, los precios tienden a bajar más que en los portales y aunque no es el caso de Machu Picchu, tomamos un hotel por PEN 50 la noche, con baño privado en un buen sitio en el pueblo. La verdad, cualquiera es un buen sitio, dado que es realmente pequeño y dedicado exclusivamente al turismo.
Luego de instalarnos (dejar nuestras mochilas y ponernos los abrigos) nos fuimos a reconocer el pueblo, tomar fotos y por supuesto a almorzar. Escogimos la calle donde llega el tren, plagada de restaurantes turísticos, los mas caros de la zona. Pero bueno, el esfuerzo de una deliciosa caminata, debería reflejarse en un buen almuerzo.
Desde Aguas Calientes tienes dos opciones: tomar el bus (sólo hay una empresa) o hacerlo caminando por una empinada montaña en un recorrido de 1 hora. Nuestro análisis es que hacerlo a pie implica llegar fatigado a recorrer uno de los destinos más esperados así que pagamos u$25,40 por los dos en el trayecto de subida. Consecuencias del monopolio y la gran afluencia turística en este sitio. No es nada barato.
La suerte del viajero de nuevo en nuestra aventura. La pequeña plaza estaba abarrotada de gente, una tarima instalada y mucha bulla. Esta noche es la celebración de los 10 años de Machu Picchu por haber sido declarado como nueva maravilla del mundo moderno y lo van a celebrar con pólvora, desfiles y fiesta. Nos instalamos en un buen sitio en el parque y que comience la fiesta.
Un gran desfile de comparsas de colegios, trabajadores del sector turístico (99 % de la población viven del turismo), guías de turismo, empleados públicos y empleados de las empresas de transporte (los buses que transportan desde Aguas Calientes hasta Machu Picchu), así como bandas musicales venidas de sitios mas distantes, nos alegraron la noche que terminó en un espectáculo de luces y pólvora.
Una noche espectacular. Mejor, no habríamos podido pasarlo. Ahora, a dormir. Hay que levantarse tan temprano como las 4 am pues nuestras entradas estaban para el primer turno, de 7 a 8 am. Y es que desde el 1 de julio de 2017 se supone que hay dos turnos: uno que finaliza a la 1 pm y otro que inicia desde las 12 del medio día, pero no se trata más que la forma andina de “organización”, pues en la práctica, nadie te solicita que abandones el sitio.
Muy a las 4 am nos dirigimos a la estación de buses. Una enorme cola nos esperaba y luego de 45 minutos de espera, subimos a la movilidad que nos llevaría por un camino serpenteante hasta nuestro destino, en un recorrido que toma alrededor de 25 minutos. Sobra decir que la cantidad de turistas es siempre enorme y se facilita hacer grupos para contratar el guía para abaratar los costos de la visita. Así que hicimos grupo con 3 mejicanos y pagamos PEN 30 p.p.
Antes de pasar el puesto de control, no olvides sellar los pasaportes. Es un bonito recuerdo. Iniciamos nuestro recorrido y la guía nos explicó el camino hacia la montaña Machu Picchu: una enorme subida, empinada y fatigosa de solo verla, por lo que decidimos disfrutar del sitio más que realizar una nueva escalada y seguimos en el grupo, escuchando atentamente la ilustración, en un circuito guiado que dura alrededor de dos horas.
Se supone que las nuevas reglas que rigen a partir del 1 de julio de 2017 incluyen la obligatoriedad de contratar un guía, aunque en la realidad, puedes pasar y conocer por tu cuenta. Pero si tienes la posibilidad de hacerlo, mejora tu experiencia en un sitio tan icónico como Machu Picchu, aunque su velocidad no está en equilibrio por nuestra ansiedad de conocer sin prisa lo que termina siendo una visita “a la carrera”. Sugerimos lecturas previas y un buen libro en el sitio, que con seguridad, va a mejorar tu experiencia.
Eso sí, te ayuda en el tema de la fotografía, generalmente con “el dedo de recuerdo”. Bueno, que podemos decir de este maravilloso sitio que no se haya dicho, salvo que es una ciudad alucinante, que impresiona y conmueve. Una obra maravillosa, cimentada en el espíritu de grandeza y capacidad de planeación de nuestros antiguos, valores que al parecer, se han ido disolviendo con los años y la dudable calidad de la mezcla de los españoles con los nuestros. Esta ciudad se mostró al mundo occidental, luego que se la enseñaran al historiador Hiram Bingham los lugareños y este señor, ni corto ni perezoso, quedó en la historia como el “descubridor” de semejante maravilla.
Tener puestos nuestros pies en esta maravilla nos daban las respuestas que buscábamos en la preparación del viaje y es un aprendizaje que queremos compartir con nuestros lectores: no quieras tener todas las respuestas antes de empezar el viaje. Hay que dejarle un toque de misterio y de emoción para cuando estés en el sitio y es fácil comprender que la sonrisa surge espontáneamente, sin siquiera darte cuenta.
La primera emoción a la visita de la ciudad fue grande y desde allí pudimos admirar las magníficas montañas sagradas que la rodean: El Yananti que es el Apu más alto al este, Viscachani al oeste, Machu Picchu al sur y Waina Picchu al norte. También se puede apreciar las cumbres nevadas del Salkantay.
Durante el camino guiado, Martha se tropezó con una piedra en el camino y fue a dar al piso, en una mala caída que amenazaba con clínica. Afortunadamente, luego de limpiarse el polvo, las consecuencias se redujeron a unas antipáticas risitas de los transeúntes que no podían aguantar. Me dio un gran susto y ni pensé en tomar una foto que nos acompañara después, aunque una cicatriz en su mano izquierda será testigo de la situación.
Al terminar la visita guiada que conduce hacia la salida, tomamos agua y comimos un par de bananos para reponer fuerzas. Con la misma entrada, tienes el derecho a reingresar y caminar, ahora sí, a tu propio ritmo, cosa que hicimos esta vez, disfrutando aún más. La verdad es un lugar mágico, especial y único. Como esperamos hayas leído en nuestras crónicas anteriores, hemos recorrido las culturas pre Incas desde el norte del Perú y llegar a su etapa final, es una experiencia completa.
En todas nuestras crónicas hemos escrito algo de historia y antecedentes, aunque hoy, solo haremos un breve resumen, entendiendo que hay abundante información, libros, videos y literatura. De modo que no nos queda mas que plasmar los días felices que estamos pasando en estas bellas tierras de nuestra América del Sur.
Un breve resumen: construida en el siglo XV a pedido del inca Pachacútec, Machu Picchu está dividida en dos grandes sectores: el agrícola que comprende una vasta red de andenes o terrazas artificiales y el urbano, formado por diversas construcciones y plazas entre las cuales destacan el Templo del Sol, Templo de las Tres Ventanas, el Templo Principal y el llamado sector Cóndor. Sus construcciones siguen el estilo clásico inca: edificaciones con muros de piedra pulidos en forma rectangular, unidas entre sí sin el uso de amalgamas, puertas y ventanas trapezoidales.
Con sorpresa seguimos descubriendo cosas nuevas en nuestras vidas, como esa capacidad de asombro inagotable, una de las experiencias que nos conecta con una existencia fluida y positiva. Pensándolo bien, en estos casi 6 meses y mas de 16.000 kilómetros de aventura, seguimos creciendo como seres humanos y en especial, como pareja, que suponía un reto del que habíamos conversado antes de emprender la aventura. ¿Se imaginan vivir 24 horas siempre juntos? Pensamos que sería un tanto difícil, pero estas reflexiones, ya se verán reflejadas en nuevas crónicas.
Nos fuimos a dormir con el buen sabor de haber cumplido uno mas de nuestros sueños y uno de los puntos imperdibles de esta aventura. Gracias a Dios por esta bella oportunidad y por haber tenido la valentía de tomar la difícil decisión de vivir viajando e invertir en experiencias de vida.
Al llegar al pueblo, fuimos a almorzar, esta vez, en la plaza de mercado. Es la mejor sopa de fideos que hallamos comido en mucho tiempo. Una delicia. Si puedes soportar estar apretujado en medio de lugareños que comparten una pequeña banca, puedes por muy poco dinero, comer delicioso en un estilo bien diferente a la gran variedad que se ofrece a los turistas y créeme, es mucho más pintoresco y divertido.
Decidimos quedarnos una noche más para descansar y disfrutar aún más de la aventura y muy temprano, después de un rico desayuno en el mercado, iniciamos de nuevo la agradable caminata, con un clima espléndido.
En cada poste de información que encontramos desde Aguas Calientes, “jugamos” a que debíamos rodear completamente la señal y como niños, nos fuimos despidiendo de este místico lugar que sin duda, dejaría huella en nuestras vidas.
Confesamos que esta caminata es el complemento perfecto de la visita a esta maravilla y es una gran ventaja tener el tiempo suficiente para realizarla sin prisa, disfrutando con cada paso que damos, coloreando nuestros días y dejando salir al niño que todos llevamos dentro.
De nuevo esa magia del camino, esta vez de regreso, nos acompañó hasta llegar al parqueadero, donde pagamos otros PEN 15 y tomamos la ruta hasta Markabamba, nuestro centro de operaciones en esta parte del valle sagrado, recorriendo 169 kilómetros sin peajes. Al llegar tuvimos la generosa sonrisa de bienvenida de Pedro Pablo, quien hace parte de la magia de estas rutas porque nos enseñó a confiar en “los temerosos desconocidos” a hablar con la tranquilidad propia de los viajeros que disfrutamos con nuestro mundo y a comprender que esa energía que fluye de todos nosotros los seres mortales, es un reflejo de nuestro interior y se percibe con tanta claridad como quieras entenderla. Y eso fue lo que nos pasó en Paracas con este personaje tan querido y generoso.
Nuestra selección de fotos en Flickr en Machu Picchu. No te la pierdas.
En la noche decidimos tomarnos un par de semanas de receso en Calca, un pequeño pueblo vecino a unos 20 minutos de Urubamba y llegamos al hostal Wachuma Wasi, luego de ver este “hotel” para intrépidos que pasan la noche en las cápsulas ancladas a la montaña.
Seguimos en ruta, seguimos felices aunque extrañemos la comodidad de nuestra casa y el dulce abrigo de nuestras familias y amigos, cada nuevo día amanecemos con una nueva historia por escribir que nos mantiene más vivos y conectados.
Hasta la próxima.
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