105. Piriápolis: las 6 visitas que no debes perderte.
“No vayas a creer lo que te cuentan del mundo (ni siquiera esto que te estoy contando) ya te dije que el mundo es incontable”. Mario Benedetti, escritor que nos gusta tanto y que dejamos en nuestro recuerdo durante la visita a Montevideo. A pesar de la frase, vamos a seguir contando historias 🙂
Recorríamos sin prisa la carretera costera, llamada la ruta interbalnearia en la que intentamos entrar hacia las playas, pero de nuevo, el clima no nos lo permitía. Así que después de pagar dos peajes de U$2,50 llegamos a Atlántida, en el departamento de Canelones a tan solo 45 kilómetros de Montevideo.

Llamada la capital turística de la costa de oro, en este sitio se mezclan las aguas del Río de la Plata con las de el océano atlántico. Vimos variados accesos construidos con materiales ecológicos para conservar las dunas y el medio ambiente. Las principales son: La Mansa y La Brava.

Pese al helado viento que azotaba la costa, no nos quisimos perder la extraña y divertida construcción realizada por el millonario napolitano Natalio Michelizzi y al constructor uruguayo Juan Torres, llamada El Águila, que ha dado lugar a leyendas, como que fue un observatorio de espías nazis o un centro de energía cósmica.

Atlántida sirvió como inspiración al poeta Pablo Neruda y refugio de un amor clandestino con Matilde Urrutia, que sería su tercera esposa, La Chascona. Su casa-museo en las faldas del céntrico Cerro San Cristóbal lo visitamos en Santiago de Chile.

Retomamos nuestra ruta hacia Piriápolis que era nuestro destino para hoy, a tan solo 95 kilómetros desde Montevideo. Nos ubicamos en el camping Aebu que contaba con instalaciones bastante agradables y la comodidad de duchas con agua caliente. Lo ubicamos con nuestra aplicación de iOverlander y además, era el único abierto para esta época. Lo recomendamos a pesar que un día se congelaron las instalaciones y tuvimos que tomar un inolvidable baño helado… brrrr

El sitio, que es grande, era prácticamente para nosotros, así que escogimos este sitio por estar al lado de los baños. Luego de preparar un asadito, descansar y brindar con vino, hicimos lo que habitualmente nos daba un buen resultado: visitar el punto de información turística. Conversamos con la gente, amable como siempre en Uruguay, que además de mapas, nos dieron excelentes recomendaciones de la zona.

Entusiasmados como estábamos después de los relatos escuchados, nos encontramos con esta bella frase: “enamórate de lo que haces” de Don Francisco Piria quien fue el visionario y fundador de este sitio en 1.893 un hombre fuera de lo común, un genio virtuoso que nos conquistó con su ingenio y capacidad de hacer que las cosas sucedan.
Que lindo es viajar sin prisa, con ganas de descubrir en cada kilómetro de nuestra existencia, un relato cargado de magia que se nos incruste en el recuerdo. Eso nos pasó aquí y queremos compartir contigo cada detalle de esta excepcional historia.
1. La Ciudad.
Su nombre es honor al empresario soñador, Don Francisco Piria que comenzó a desarrollar su idea por allá en 1.890 para años mas tarde, terminar su residencia, El Castillo. A principios del siglo 20, empezaron a llegar los grandes hoteles.

Empezaremos por decir que esta ciudad tiene el mérito de haber surgido a partir de una minuciosa planificación para atraer a la aristocracia uruguaya y argentina de fines del siglo XIX.

Esta bella ciudad de apenas unos 15.000 habitantes nos enamoró a primera vista. Tranquila, bien mantenida con detalles prolijos, como solían decir por estas tierras y con su historia encantadora, nos sedujo a tal punto, que lo que iba a ser una visita de un día, se convirtieron en tres. Y hoy cuando escribimos, bien nos hubiera gustado que se hubiera prolongado unos días más.

Cuando la recorrimos, vimos lindas edificaciones como el Hotel Colón, su extensa rambla (costanera), réplica de la Biarritz francesa, el gigantesco Argentino Hotel que durante mucho años fue el más grande de América del Sur.

Este hotel fue inaugurado por el presidente Baltasar Brum en 1930.

2. El Castillo de Piria.
Bien vale la pena recorrer sus calles adornadas con bellos edificios. Y mas aún, visitar el ícono de esta ciudad: el Castillo de Piria, que fue la residencia familiar durante dos años.
Don Francisco era hijo de padres suizos que se trasladaron a Uruguay. Al quedar huérfano, viajó a Italia donde lo educó su tío, un sacerdote jesuita. Al regresar a los 16 años, comenzó precozmente su cadena de hazañas, al fundar mas de 70 barrios en este país, fundó el pueblo Joaquín Suárez en Canelones, creó una industria minera en el Cerro Pan de Azúcar
y estableció una industria vitivinícola.

Para su obra maestra, Piriápolis, se inspiró en los pueblos al lado del mar de Liguria, Italia, que había visto en su adolescencia. Para ello adquirió grandes extensiones de tierras que contaba con tres cerros: el Pan de Azúcar, el del Inglés y el del Toro, mientras una playa de aguas claras y profundas, lo limitaban por el sur. No en vano nos relataron que este ha sido el esfuerzo más grande realizado en el Uruguay por un solo hombre.

Esta obra duró 3 años y fue terminada en 1.897 bajo el mando de el italiano Aquiles Monzani. No en vano, el castillo tomó un estilo medieval y renacentista, debido en parte a los viajes de Don Francisco a Europa. Luego de su muerte, el castillo pasó de mano en mano, hasta que finalmente lo adquirió la municipalidad y hoy es un museo que puede ser visitado.


Es una visita gratuita y auto guiada. En los días que lo visitamos, había una exposición de pinturas y caricaturas en el primer piso, además de objetos antiguos. También pudimos apreciar los planos originales de Piriápolis, un sueño al que bautizó como ciudad balneario.

Recorrimos las dos plantas del castillo y sus patios con vehículos antiguos y la explicación por medio de carteles, que relataba que Don Francisco pretendía que Piriápolis fuera la obra que mostrara los símbolos de la Sagrada Ciencia a todo el mundo y a toda la humanidad.

3. El Cerro de San Antonio.
Llegamos manejando a su cumbre, a unos 130 metros de altura, al que también se puede llegar caminando y seguramente, debe ser una caminata agradable y de poca dificultad. También tiene un sistema de aerosillas. Si tienes la posibilidad, te recomendamos visitarlo al final del día para disfrutar de sus atardeceres.

Es el cerro mas emblemático del balneario, y debe su nombre a la modesta capilla que tiene en su cumbre y que honra al patrono de las damas que buscan a su amor. Según se conoce, la imagen del Santo fue traída especialmente desde tierras italianas.

A su vez, esta no es la única presencia religiosa que hay en el lugar: a medio camino hacia la cumbre también se puede encontrar a la Virgen de Stella Maris, protectora de los pescadores, marineros y navegantes.


Desde este cerro pudimos apreciar sus playas, la zona de puertos, la ciudad, las residencias de punta colorada y un espléndido atardecer.
4. El Cerro El Toro.
Tal y como nos explicaron en información turística, nadie que venga a Piriápolis, debe perderse este cerro.

A medio camino tiene la impresionante Fuente del Toro: un animal realizado en bronce en tamaño natural de cuya boca nace un pequeño chorro de agua. La historia cuenta que el audaz Francisco Piria la trajo desde Francia para especialmente colocarlo en el lugar en el que hoy se halla.

Son casi 250 los metros que separan su cumbre del nivel del mar. Altura que puede ser escalada a pie hasta la cima. Allí arriba dicen que están enterrados los restos de varios indios y los senderos que llevan ahí se delinean entre especies de plantas y árboles autóctonos e indígenas que agregan una buena cuota de encanto a la experiencia de ascenso. Sin dudas, uno de los lugares imperdibles para visitar en Piriápolis. Y la vista es bella, en especial, al atradecer.

Conocimos además, la Fuente de Venus, ubicada a los pies del cerro.

5. El Cerro Pan de Azúcar.
La visita a este sitio tiene una reserva de fauna autóctona y estación de cría reconocida a nivel mundial por su trabajo con animales en vías de extinción y por su labor didáctico: serpentario, Parador Municipal y parque con mesas y juegos para pasar el día. La entrada a la reserva es gratuita.

El cerro tiene una altura de 423 metros de alto y es el más alto de la zona y esta rematado por una cruz de cemento al que no subimos. Era una caminata algo larga con piso mojado, ya que había llovido mucho y se tornaba peligroso.


Pudimos aprovechar eso sí, para hacer una linda caminata por la reserva y apreciar las diferentes especies.


6. El Castillo Pitamiglio.

Tomamos la ruta 71 en Las Flores para llegar a este castillo, residencia del arquitecto y alquimista Humberto Pittamiglio. Con su singular arquitectura que incluye terrones, pasadizos y fachada de estilo medieval así como un gran jardín. Fue construido en 1956 y luego de su muerte pasó a la Intendencia Departamental de Maldonado. Al llegar, lo encontramos cerrado, así que dimos una corta caminata por sus alrededores.
Aquí terminó nuestro recorrido por esta ciudad con un pasado interesante de conocer y un presente que le hace homenaje a ese sueño que se hizo realidad. Seguiremos explorando nuevos caminos que sigan agregando experiencias a nuestra nueva vida de viajeros. Para terminar, queremos dejar la siguiente frase que le viene perfecto a esta historia:
