103. Explorando Colonia del Sacramento, la ciudad más antigua de Uruguay.

Apenas habíamos recorrido unos pocos kilómetros en Uruguay, atravesado pocas poblaciones tranquilas y conversado con la gente. Lo anterior nos permitió ir construyendo un concepto de este país en el que su gente se destacaba por su alto nivel de educación que unido a la amabilidad, le daban un tono diferente con respecto a los demás países que habíamos recorrido. Quienes nos leen y han estado en Uruguay sabrán reconocer con una sonrisa nuestras palabras. La otra imagen que recordamos, era el verde intenso de sus llanuras que se extendió por las rutas hasta llegar a nuestra próxima parada.

Tan solo llegar a este bello pueblo colonial, de inmediato comprendimos que este iba a ser uno de esos destinos atiborrado de atracciones que se entremezclaban con singular belleza. No nos resistimos a pasear un poco por sus callecitas, luego por la costanera y al terminar nos dirigimos al camping Los Nogales, muy cerca del casco histórico.

Las instalaciones eran buenas, aunque algo descuidadas. Pagamos dos días y nos organizamos para pasar la noche. Al día siguiente nos fuimos a pie hasta el centro, donde empezaría nuestra visita.

Colonia es un barrio patrimonio histórico de la humanidad y un punto turístico obligado en Uruguay. Se puede llegar en una hora por barco desde Buenos Aires o por carretera, como hicimos nosotros. Un poco de la historia que leímos, cuenta que en 1516, Juan Díaz Solís considerado el descubridor del Río de la Plata, fue el primer habitante blanco que tuvo el país, cuando se quedó a vivir en estas tierras. Pero fue en 1680 cuando Manuel Lobo fundó la Nova Colonia do Santíssimo Sacramento que se constituyó en el primer asentamiento europeo y la primera y mas antigua ciudad de lo que ahora es territorio uruguayo. Luego de aquello, ocurrieron sucesivas conquistas españolas y reconquistas portuguesas que le imprimieron su singular arquitectura.

Estuvimos siete días visitando Colonia y el siguiente es nuestro resumen. Iniciamos por la entrada al casco histórico: El Portón del Campo, llamado también Puerta de la Ciudadela, es uno de los grandes hitos de este barrio. Fue construido en 1745 por Vasconcellos.


Era delicioso dejar volar la imaginación. Tomó vuelo sobre el restaurado puente de madera que nos condujo a la entrada que conserva aún restos en piedra de la antigua muralla. Después nos encontramos con la encantadora Calle de los Suspiros. Se trataba de una angosta callecita tapizada en piedras, tal vez proyectaba la imagen colonial de sus primeras épocas y el eje principal del casco histórico.

Las leyendas sobre el lugar que estábamos visitando, abundan y enriquecen la imaginación. La más popular dice que era en esta calle donde se ubicaron los prostíbulos a los que acudían los marineros quienes luego de sus largas travesías, se divertían de lo lindo y llenaban el lugar con sus suspiros.

Otra historia cuenta que los condenados a muerte pasaban sobre estas piedras para ser fusilados o ahogados cuando la marea subía, lo que producía miles de suspiros por los agobiados actores de este trágico destino.

La historia que mas nos conmovió, narra que en una noche de luna llena, una joven perdidamente enamorada estaba esperando a su amado. De las sombras apareció un enmascarado que le hundió una daga en su pecho y por ello, aún resuenan los suspiros del amor. Mas allá de sus mitos, esta callecita nos invitaba a recorrer a través de sus coloridas fachadas que se levantaron con adobe que coronaban con tejas de madera dispuestas sobre estructuras de madera, parte de sus secretos que escribieron hace muchos años.

Nos dimos un tiempo para visitar la galería de Los Suspiros que además de las obras de arte que allí exhibían, dejan ver las gruesas paredes de piedra que se acuñaban con otras menores. Visitamos algunos locales comerciales y nos animó la música que viajaba con nosotros.

Esta calle desemboca en La Plaza 25 de Mayo, testigo de luchas, invasiones y ejecuciones desde 1500 hasta pasados los 1800. Durante mas de 300 años fue un sitio de constantes disputas y solo hasta 1828 empezó a ser parte de Uruguay. En 1995 fue declarada patrimonio mundial de la humanidad.

Desde esta plaza, epicentro del casco histórico, pudimos apreciar los estilos arquitectónicos típicos de portugueses y españoles, que se entremezclan en sus edificaciones y en la forma como se organizaban las piedras en sus calles. Alrededor se encuentran la mayoría de los museos y se puede comprar un boleto que a cambio de 50 UYU da el derecho de visitar la mayoría de ellos.

Nosotros hicimos visitas durante varios días por nuestra cuenta. Hay un tour a pie que realizamos el primer día, por el que pagamos UYU 150, unos USD 4 al cambio, nos explicaron durante una hora parte de su historia. Te recomendamos hacerlo por tu cuenta, ya que este el tour privilegia la velocidad sobre la calidad, de modo que nos pareció un dinero perdido.

A uno de los costados de la plaza está ubicado otro punto obligado de visita: El Faro, una torre circular de color blanco, reconstruida y puesta en valor para los miles de turistas que la visitamos.


Para facilitar su construcción en aquella época, se aprovecharon de una de las antiguas torres del Convento de San Francisco, y sobre esta levantaron la estructura del Faro. Alrededor aún se pueden apreciar parte de las ruinas de este convento.

Era posible subir al faro y desde allí apreciamos una bellas vistas de esta joya colonial así como del inmenso río de La Plata y a lo lejos, muy lejos, adivinamos las siluetas de los edificios de la vecina Buenos Aires.

Es uno de los puntos mas visitados y lo recomendamos en tu próxima visita. Desde allí volvimos a la plaza de Armas hasta la bella Basílica del Santísimo Sacramento. Fue levantada sobre un antiguo rancho del siglo XVI y es una de las iglesias mas antiguas de Uruguay.

Al igual que el Casco Histórico, la Basílica del Santísimo Sacramento fue declarada como Patrimonio Mundial por la UNESCO en el año 1995.


El actual edificio se mantiene en pie desde hace mas de dos siglos y se conserva a la perfección aún después de una accidentada historia de guerras y restauraciones. En su interior, podemos destacar su sencillez que no le resta para nada su misticismo e historia.

Gracias en buena parte a que tuvimos suficientes días para recorrer esta joya colonial, pudimos deleitarnos con no pocos detalles como el de la foto que precede este párrafo. Funcionó en nosotros como el detonador de una sonrisa que nos alegró este paseo y nos inspiró a compartirla con quienes nos leen, porque mañana nunca se sabe si va a llegar. 🙂

Junto a la iglesia y sobre el parque, está La Casa del Gobernador, un conjunto de ruinas, cimientos de piedra y objetos que encontraron después de una excavación. Encontramos abundante información a sus costados.

Nuestra mejor recomendación es pasear por sus calles en piedra y dejar volar la imaginación mientras tomas fotos de este pueblo tan fotogénico plagado de gente. Hay muchos y muy buenos sitios para hacer de vez en cuando una parada para descansar y refrescarte, eso sí, los precios no son nada baratos. Bueno, en Uruguay no hay nada barato 🙂

En este local nos conectamos a la red de internet, con tan buena suerte que conversamos con nuestros amigos, los @twingosudaca, viajeros en ruta y nos conectaron con una familia que los había recibido en la modalidad de Couchsurfing. Fue una suerte haber realizado ese contacto por dos cosas: primero, porque el frío nos estaba congelando hasta los túetanos y segundo, porque era una nueva oportunidad de compartir con gente local. Luego de nuestra reflexión acerca de recibir (escrita nuestra historia anterior) , llegamos a casa de Javier y Verónica.

Cuando llegamos, estaban compartiendo un delicioso asadito y nos invitaron a la mesa. Una pareja encantadora que nos dio una linda acogida, especialmente cálida. Estaban además, Linda, Jhon y una señora mayor muy simpática. Conversamos animadamente casi toda la tarde. La casa estaba caliente debido a la leña que ardía en la chimenea y que acompañado con unos buenos vinos, nos hizo olvidar del frío y disfrutar de una familia cariñosa y sencilla.

Debería ser mas sencillo poner en palabras las sensaciones y al escribir esto, tratamos de expresar el valor de un abrazo, de una sonrisa, de las nuevas amistades que emergen mágicamente en el camino. Porque un abrazo desinteresado, afectuoso, se multiplica por mil. Agradecemos a nuestros anfitriones por su enorme cariño, sencillez y alegría y con quienes compartimos cinco días inolvidables.

En uno de esos días, salimos a comprar las provisiones necesarias para que Martha preparara un delicioso arroz con pollo al estilo colombiano e invitar a nuestros anfitriones.

Compartimos momentos muy agradables y aprovechamos estos días fríos para organizar nuestras fotos, videos, cuentas bancarias y ponernos al día con nuestras familias en Colombia. En las noches compartimos agradables conversaciones acompañadas con el calor de la chimenea y unos buenos vinos.

También asistimos a una invitación a casa de Linda, donde tuvimos una velada bastante agradable, junto con sus amigos, Katerine y Juan. Este último, un emprendedor argentino, había venido a Uruguay a trabajar en el negocio de la marihuana medicinal, un tema que nos pareció interesante. En nuestro país tiene el estigma de las drogas y en este, Uruguay, es permitido su consumo y comercialización. Prometimos visitar su negocio, en el que días después, compramos unas gotas de marihuana que servirían para lidiar con un dolor de espalda que molestaba a Felipe. Juan nos obsequió un libro que contenía las recetas medicinales que se pueden preparar con esta hierba.
También visitamos algunos sitios a los que debíamos ir a bordo de la negrita, como la Plaza de Toros, distante a unos cuatro kilómetros del casco histórico. Fue inaugurada en 1910 y se llevaron a cabo tan pocas corridas como lo permitieron tan solo dos años que funcionó, puesto que 1912 el gobierno las prohibió en todo el territorio Uruguayo.

No estaba abierta al público aunque pudimos apreciar su exterior de estilo morisco y es la única plaza de toros que queda en pie en este país. Confesamos que es uno de esos sitios que te podrías perder sin tener que lamentar nada. Lo que adornó este recorrido, fue encontrar muchos vehículos antiguos en el trayecto.

Los últimos días los usamos para conocer La Rambla o Costanera, donde se ubica El Bastión de San Pedro y el Bastión del Carmen, que fue usado como una plataforma donde se emplazaba la artillería y hoy día, luego de muchos usos, es un punto abierto al turismo.

Nuestro objetivo era estar al final de la tarde en la rambla (costanera) y embriagarnos con sus puestas de sol que para nuestra buena fortuna, eran alucinantes.

Esa mezcla de colores que duran tan pocos minutos, seguro que a todos nos regalan instantes preciosos para reflexionar. Los viajes son como los atardeceres. Si esperas demasiado te los pierdes. Parecido nos ocurrió con la decisión de iniciar esta aventura: no dudamos un solo instante en tomar la oportunidad de vivir estos días maravillosos a bordo de nuestras vidas.

Bordeando el río de La Plata está el Puerto Viejo, un gran muelle de madera con bancos en los que nos sentamos a observar los veleros mecerse sobre las olas en este bello atardecer.

Finalizamos nuestros recorridos visitando el letrero que identifica este bello pueblo y que nos recordará por siempre estos lindos días que vivimos a pesar del frío y gracias a nuestros buenos amigos Javier&Verónica a quienes enviamos un abrazo tan grande como sus corazones.

Esperamos que pronto el tiempo nos una de nuevo en una magnífica charla llena de recuerdos y sonrisas.

Este día retomamos la ruta hacia Montevideo con mucha nostalgia por la despedida. Espera en nuestra próxima historia, la crónica de la capital de Uruguay. Hasta la próxima.
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