Compartimos con nuestros suscriptores las guías de gastos por cada país que visitamos durante nuestra aventura. Ha sido un trabajo intenso de recopilación, procesamiento y análisis para producir información para quienes buscan respuestas para este tema.
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Partimos desde el PN Los Alerces (entrada norte) y retomamos la RN 40 hasta llegar al pequeño pueblito de Epuyén. La carretera corre junto al río en medio de un paisaje muy natural, tranquilo y poco transitado. Visitamos el pueblo y continuamos al parque municipal hasta llegar al puerto para apreciar el Lago Epuyén.
Nada nos detuvo ni nos invitó a quedarnos, así que tomamos rumbo hacia El Bolsón que ya hace parte de otra provincia: la de Río Negro. De nuevo usamos iOverlander para ubicar un camping y el mejor recomendado era El Rústico que hacía honor a su nombre, aunque de buen precio y espacioso. Los ocasionales compañeros de camping tenían ese inconfundible estilo alternativo y descomplicado de ver la vida. Incluso el dueño del sitio ofrecía tratamientos para aliviar algunas dolencias con base en masajes.
Preparamos nuestro almuerzo y después salimos a pasear por la zona. Fuimos a visitar la cabeza del indio, atravesando el río Quemquemtreu (que nombre mas raro) y al mirador azul. Todo un espectáculo de colores se abría ante nosotros. Los colores otoñales que se conjugaban con los azules resultaban realmente un encanto. Seguro que tenemos mucho afecto por este tipo de paisajes que nos obligan a parar un buen rato para disfrutarlos y tratar de grabarlos en nuestra mente y cámaras. Después por carreteras de ripio bajamos hasta la confluencia del río Azul con el Quemquemtreu y llegar hasta otro lago: El Puelo.
El Lago Puelo es precioso y allí desemboca el Río Azul. Nos encantó la villa tan organizada, buenas construcciones preparadas para el turismo. Fue una parada que hizo que valiera la pena devolvernos un poco en nuestras rutas. Que buena ventaja esto de viajar sin la presión del una fecha de regreso porque hace posible estas desiciones. Volvimos al Bolsón donde recorrimos sus calles y su iglesia nuestra señora de Lujan (de los franciscanos) volvimos para el camping donde conversamos con los viajeros.
Al día siguiente tomamos la RN 40 al norte con nuestro próximo y esperado destino. La ciudad de San Carlos de Bariloche, a unos 140 kilómetros desde nuestro punto de partida. Pasamos por mesetas con campos dedicados a la cría de ovejas, encontramos la población de Foyel y mas adelante, el puente sobre el Río Villegas que es la puerta de entrada al PN Nahuel Huapi.
Después, el Lago Mascardi y el Lago Gutierrez compiten en belleza y anticipaban el destino al que estábamos llegando.
Llegamos en Abril, temporada otoñal y fría, aunque peligrosamente cercana al invierno, al que le huimos lo más que podíamos, así esta ciudad sea de las preferidas para la estación más fría del año. Bastó llegar a la ciudad para apreciar el bonito estilo de uno de los puntos mas visitados en Argentina gracias a sus impresionante belleza, paisajes perfectos como sacados de postales.
Está situada junto al Lago Nahuel Huapi, la ciudad recibe miles de turistas del mundo entero durante todo el año, en especial en invierno pues es considerada como una embajada del esquí a nivel global y tiene excelentes pistas para este tipo de deporte. Sin embargo, cada época del año tiene su encanto y cuenta con otras zonas para disfrutar como playas, bosques, valles de flores silvestres y ríos cristalinos. Cada uno de sus rincones tiene algo que ofrecer con actividades para todos. Sin duda, es uno de los puntos mas visitados en nuestra ruta por la RN 40.
Sin perder tiempo nos instalamos en nuestro hotel e iniciamos nuestro recorrido. Para nuestra historia, vamos a organizarlos así: Bariloche y los alrededores.
Iniciamos desde el punto de información turística que está convenientemente ubicada en el centro cívico de la ciudad, que son edificios muy bellos de piedra que enmarcan tres de los cuatro lados de la plaza porque el cuarto, está abierto para poder observar el lago.
Es el corazón de la ciudad y en medio de su plaza se levanta el monumento ecuestre en honor al general Roca, político y militar argentino, líder de la conquista del desierto y dos veces presidente de este país.
Los edificios de la Municipalidad, donde esta la información turística, el correo, la biblioteca, la policía son algunos ubicados en esta zona. Ingresamos por los arcos desde la calle Mitre, que concentra la actividad comercial principal de la ciudad.
Nos llamó la atención las pinturas en el piso de la plaza, donde se reclamaba justicia por las madres (abuelas) de mayo. En esta plaza también está el museo de La Patagonia. También vimos con curiosidad los enormes perros San Bernardo que son alquilados para las fotos turísticas.
Muy cerca, sobre la avenida 12 de Octubre, fuimos caminando hacia La catedral Nuestra Señora de Nahuel Huapi. Bello edificio neogótico construida en piedra por Alejandro Bustillo en 1.947. Entramos a visitar su interior. Tiene unos vitrales muy bellos que hacen que valga la pena la entrada. Además, está Nuestra Señora de Nahuel Huapi.
Es una bella construcción desde donde la veamos.
La costanera es muy grande y con muy buenos espacios que invitan al ejercicio y al esparcimiento y una linda vista al lago Nahuel Huapi: que en lengua mapuche significa: Nahuel: Tigre y Huapi: Isla.
Es la arteria comercial más concurrida y donde están restaurantes, almacenes, bares, cafés y especialmente chocolaterías que abundan e incluso está el museo del Chocolate donde además de una agradable degustación, explican la historia.
El mapa que recibimos en información turística fue nuestra guía en el recorrido que escogimos: el circuito chico. El circuito grande lo haríamos en nuestra ruta hacia el norte por la RN 40. Partimos de la ciudad por la RP 77 desde la avenida Bustillos, bordeando el lago.
Nuestra primera parada fue en el Cerro Campanario. Al estacionar, escogimos una de las dos maneras de acceder a la cumbre: una es por las aero sillas y otra es a realizar una corta caminata de 1 kilómetro por un empinado sendero que lleva hasta la cumbre. Seleccionamos el gratis 🙂
A medida que íbamos subiendo apreciábamos como iba cambiando la vegetación. Fue muy agradable llegar a la cima y poder disfrutar de la vista y los paisajes que ofrece el cerro. Imperdible sí vienes por estos lados.
Era la sensación de estar en medio de este sitio de ensueño la que nos hacía felices. Bellísimo y con tiempo suficiente para disfrutarlo, nos quedamos un buen rato allí. Hasta cantamos la vieja canción “si yo tuviera coche…” mientras cada segundo que pasaba nos endulzaba la vida.
Iniciamos nuestro descenso para continuar el circuito hasta llegar al hotel Llao Llao y Puerto Pañuelo, sitio al que se llega en barco cuando se realiza el famoso cruce de lagos desde Chile.
Paisajes que recorrimos por nuestras rutas de Chile y ahora, estábamos frente, unos meses más tarde.
Tanta y tanta belleza… en momentos se vuelve un viaje hacia el interior, porque en esos espacios donde se nos corta la respiración y el aliento, el espíritu se enriquece y nos permite desarrollar ese viaje interior con lo que estamos viviendo.
Se trata del primer asentamientos de europeos que hoy día es un pequeño pueblo creado hacia finales del siglo XIX, muy pintoresco y turístico que aún conserva sus construcciones al estilo de hace un siglo. Pareciera que quedó detenida en el tiempo.
Hay ferias artesanales y una buena oferta gastronómica donde aprovechamos para comer el plato típico de esta zona: El Curanto. Se trata de una preparación originaria de las islas del pacifico que llego a la Patagonia a través de Chile. Consiste en cocer verduras y carnes en un hoyo hecho en la tierra sobre piedras calientes y seguro que muchos secretos más que ignoramos.
Lo que ya no ignoramos es el delicioso sabor de esta preparación. Nos encantó 🙂
Fue una suerte estar aquí en domingo que es el día que lo ofrecen. Las porciones además, son muy abundantes y casi que una, nos hubiera bastado para ambos, pero nos pudo más el ojo. Van acompañados de un puré de Ahuyama realmente fantástico. Al finalizar, nos fuimos a agradecer al artífice del manjar que nos recibió con un abrazo y una breve explicación de este plato.
Hay en la zona también un pequeño museo , un iglesia y la Aldea el Duende, una atracción para niños y grandes.
Hacia la salida de la colonia, hicimos otra parada en la cervecería Berlina. El solo sitio ya merece la pena bajarse y si a eso le sumamos la agradable cerveza artesanal que allí fabrican, fue la mejor despedida 🙂
Desde aquí regresamos hasta nuestro hotel e hicimos un lindo día de recorrido por este circuito que vale la pena y mucho, para conocer los alrededores de Bariloche.
Es uno de los más grandes centros de esquí del sur. Al llegar sorprende por el tamaño gigantesco del estacionamiento que es apenas el inicio de una enorme infraestructura para este tipo de deportes invernales con refugios de montaña, hoteles, comercios, restaurantes y centros médicos.
Tiene pistas de sky con diferentes grados de dificultad y en épocas como esta de nuestra visita, ofrece actividades como tirolesa, escalada, caminatas y otras posibilidades por lo que la visita resulta muy agradable. Además, pensábamos que estando en la zona, era casi indispensable conocer este sitio.
Con esta visita se terminó nuestra estadía de cinco días en esta maravillosa ciudad, en la que además conocimos a Bashar, un simpático viajero libanés, con el que “conversamos” a medias con nuestro mal inglés y su pésimo español, además de jugar unas buenas partidas de ajedrez y compartir una comida.
Además una pareja de argentinos que llegaron a establecerse en Bariloche para vivir. Sin duda, fue una de las ciudades estrellas dentro de la RN 40 por la que seguiremos para recorrer la ruta de los 7 lagos hasta San Martín de los Andes, que será nuestra próxima historia.
Sentimos cada día una nueva bendición con esta oportunidad que nos dio la vida para disfrutar a la velocidad del paisajes. Una de nuestras buenas desiciones para celebrar con alegría el privilegio de ver, vivir, caminar, tener salud y amar.
Partimos hacia Rawson, capital de la provincia de Chubut, tomando la ruta 1 desde Puerto Madryn. Corre paralela al océano y estaba en pésimo estado. Cuando llegamos, nos impactó que siendo capital estaba poco poblada. Está ubicada en la desembocadura del Río Chubut.
Dimos un corto paseo por la costanera que tiene una gran muralla en concreto en la que al final, apreciamos las toninas jugueteando en el canal de acceso. Nos alojamos en el camping de Playa Unión que resultó muy completo y agradable.
Asistimos a la misa en una pequeña capilla donde nos acogieron de una manera muy especial, nos permitieron presentar las ofrendas y nos encomendaron en la eucaristía.
Seguimos la ruta señalada en el mapa e hicimos nuestra primera parada en Gaiman, una conocida colonia galesa del valle del Chubut. Sin embargo tiene nombre tehuelche, vocablo que significa piedra de afilar. Nos acercamos al punto de información y nos atendieron de la mejor forma: con abundante información. Un joven de ascendencia galesa, nos relató durante más de una hora el Gaiman urbano y rural, la historia de los pioneros quienes transformaron la aridez en un valle muy verde.
Y lo que teníamos planeado como una corta parada, se nos volvió un día completo. Recorrimos las calles bien arboladas, con canales de riego, antiguos edificios llenos de historia. La comunidad está compuesta por nativos, galeses, italianos, españoles, portugueses, árabes, bolivianos y conforman una comunidad activa y hospitalaria.
Caminamos y mucho, a pesar de ser un pueblo realmente pequeño. Visitamos el túnel por el que pasaba el ferrocarril a Dovalon, que hoy es una galería audiovisual que cuenta en forma cronológica el inicio, desarrollo y clausura del ferrocarril central del Chubut. El colegio camwil, la primera casa de Gaiman, la capilla vieja y la capilla Bethel. Además el paseo lo complementamos probando las famosas tortas galesas, muy apreciadas en la zona. Al final, subimos al cerro desde donde se divisa la población.
Al salir del camping de los bomberos, hablamos con la encargada de la entrada y nos explicó que la encargada no estaba disponible, así que no había que pagar. Por la ruta apreciamos las chacras de agro turismo y las iglesias galesas del valle. Hicimos una corta parada en Dovalon donde visitamos su iglesia. Tomamos un desvío atravesando el valle del río Colorado y el dique Ameghino sobre el río Chubut.
La vegetación que se acomoda sobre el valle contrasta con las montañas rocosas. Allí había una calma que invitaba a tomar un descanso o a quedarnos un par de días, aunque al final decidimos continuar nuestro rumbo. Pasamos por las Plumas, los Altares, paso del Indio, por carreteras muy escénicas y pintorescas. Vale la pena recorrer estos kilómetros, son bastante agradables.
Todo es naturaleza. Desde el mar a la cordillera vimos paisajes que iban cambiando según avanzábamos. Montañas y formaciones rocosas creadas naturalmente por acción y efecto de los vientos predominantes y de las lluvias, estas formaciones asemejan a verdaderos altares y dan origen al nombre de la localidad, también se pueden apreciar profundos cañadones y acantilados que gracias a las erosiones naturales han tomado formas muy particulares y llamativas y además dependiendo de la intensidad y orientación del sol, se aprecian una cantidad de colores de distintas tonalidades es una belleza singular y atrayente.
No nos gusta recorrer muchos kilómetros en un día, sin embargo, en esta ocasión hicimos poco mas de 500 kilómetros hasta llegar a Esquel, donde acudimos a la oficina de información turística para revisar nuestros planes.
Esquel es es un centro de servicios grandes y es el punto de partida para muchas actividades y atracciones. La plaza principal alberga el museo histórico municipal, pequeño y muy bien conservado donde se muestra la historia de la comunidad.
El tren de la trochita, una atracción turística relevante, estaba cerrado en el momento de nuestra visita. Visitamos la laguna Zeta enmarcada por enormes pinares donde aprovechamos para realizar nuestro almuerzo pero el frio nos corrió. Dimos una vuelta por la montaña de la Hoya, un centro de esquí famoso. Por la ruta hay una fuente de agua pura, agua de manantial que es visitada por locales y turistas para tomar sus aguas.
Así que aprovechamos para llenar nuestros bidones de agua y continuar hacia Trevelin, una preciosa villa en medio de lagos, valles y montañas, muy cerca del Parque Nacional los Alerces, que fue el punto de destino de este día. El parque estaba fuera de temporada por lo que no nos cobraron la entrada. Este parque está catalogado como uno de los parques más bonitos de Argentina y la verdad que así es.
Es un sitio que tiene una belleza muy singular, una calma especial. Además estábamos prácticamente solos para disfrutar la magia y la tranquilidad. El Parque Nacional Los Alerces es Patrimonio Mundial Natural, entendiendo que resulta necesario conservarlos y que conforman un ejemplo singular de procesos ecológicos de evolución en una comunidad de plantas milenarias. Nos instalamos junto a la ribera del lago, pasamos una noche muy tranquila con el abrigo que nos brinda la negrita y el equipo de viaje. Hay muchas actividades por senderos, aunque estando fuera de temporada, se encontraban cerradas. Sin duda alguna, este es un sitio que merece una visita larga y no de una noche como en nuestro caso. Pero está claro que todo no se puede hacer, así sea una aventura sin tiempo de regreso. Ojalá tengamos la oportunidad de volver por estos parajes en la temporada adecuada. Dejamos la página web del parque para mayor información: https://www.parquesnacionales.gob.ar/areas-protegidas/region-patagonia/pn-los-alerces/
Nos seducen estos paisajes en los que todo parece estar en paz, en equilibrio. Tan desconectados de la cotidianidad, de las noticias, de los problemas. Una experiencia de libertad donde amamos la vida. Aquellos quienes nos escriben con preguntas o consejos, les repetimos (para todos): si tienes el sueño de viajar, no lo dudes. ¡Hazlo! Y hazlo ahora 🙂
Hacia la parte sur del PN está el complejo hidroeléctrico Futaleufú, alimentado por el río del mismo nombre que no pudimos conocer por la carretera austral debido a derrumbes. Son los colores de estos ríos los que nos motivan, nos enamoran. Parecen sacados de cuentos de hadas.
Subimos hasta la presa y el embalse Amutiui Quimel que genera energía para Argentina con este río que kilómetros abajo, da una curva y se interna en territorio chileno. Vimos la chimenea de equilibrio, una estructura que hace parte del sistema de aducción y tiene por función compensar las variaciones de presión del agua antes de su acceso a la casa de máquinas.
Por la ruta 71 parcialmente pavimentada, llegamos a Villa Fotalaufquen y tomamos por la margen izquierda del lago, adornada por lindas cabañas, hoteles y campings tanto libres como de pago. Por supuesto, escogimos uno libre donde pasamos la noche, que por demás estaba helada en esta época (abril) donde el frío anuncia la llegada del invierno, que era uno de los motivos de avanzar hacia el norte en busca de mejores climas.
Continuamos la travesía por el parque admirando sus bosques vírgenes con lagos, cascadas, montañas y nevados, hasta llegar a la pasarela los arrayanes. Atravesamos el puente sobre el río Arrayanes que forma el Lago Verde hasta llegar a un aviso que odiosamente explicaba que los senderos estaban cerrados. El clima frío (muy frío) nos acompañó durante algunos días, pero eso no le quitaba el encanto a esta parte de la ruta que nos resultó de lo mejor.
Continuamos por la ruta 71, encontramos Villa Lago Rivadavia. Son pequeñas aldeas muy pintorescas. Pasamos por Cholila nombre que en lengua mapuche significa valle hermoso y justo está situada en un lindo valle y es la puerta de entrada norte al parque nacional los alerces. Desde este punto retomamos la RN 40 hacia el norte, que será nuestra siguiente historia.
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